Pablo Quijano

«He aprendido a abandonar aquellas cosas no profesionales y a abrazar las que eran buenas»

Sonríe constantemente. Se muestra pensativo, admirado, espontáneo. Me toca el brazo para disculparse por su “lengua suelta”. Pablo Quijano, actor, guionista y director, es tranquilo, seguro, me habla de cierto síndrome del impostor que le hace dudar de su interés como personaje público para exponerse en una entrevista como esta. Aprovecha algunas preguntas para hablarme de sus películas favoritas, de sus referentes, me cuenta la apasionante historia de Amparo Muñoz. 

En la cafetería del teatro donde dentro de dos horas acudimos a ver la obra que está codirigiendo, todo parece el escenario donde Pablo me va descubriendo  los entresijos de su creación, de su recorrido. No tiene ningún tapujo al hablar de sus reconocimientos, pero de manera extremadamente humilde. El joven creador obtuvo el primer premio del Festival Internacional de Cine de Medina del Campo con su primer corto, una obra en la que se desnuda y muestra el limpio reflejo de su adolescencia y sus vivencias a través de su protagonista.

Cómo es tu profesión.

Mi profesión… es una canalización de muchas emociones, ideas, imágenes y reflexiones, que se encauzan… en una única dirección. La creación te acompaña todo el tiempo. Uno está pensando, habla, va a comer a un sitio, va a ver una función de teatro, lee un libro… Y de pronto, todo es alimento para lo que creas.

Es una manera bonita de vivir. Es una manera bonita de levantarme y acostarme.

Creo que existe un menosprecio de la juventud bastante importante aún hoy, que se ven verdaderas obras de arte creadas por jóvenes, reivindicaciones iniciadas por ellos, motivaciones, sueños… Con Georgina Amorós, en otra entrevista, mencionaste el sentimiento de envidia ¿Cómo sigues viendo tu situación como creador joven? ¿Ves cambios paulatinos?

R. Yo sentía que hay un cierto desapego de los creadores consagrados hacia la gente joven y he reflexionado mucho en el por qué. Cada vez tengo menos opiniones extremas y dogmáticas. Creo que es una correlación de muchas cosas. Tampoco me parece positivo dar espacio a jóvenes que no están preparados para hacer algo. Sí que creo que debería de haber programas de ayudas en los que el seguimiento de los creadores jóvenes fuera profesionalizado.

Me imagino que hay muchos creadores que tienen envidia hacia los creadores jóvenes y otros que ni siquiera quieren gastar la energía con la gente joven, porque siguen pensando en crecer y ambicionar y no se fijan en el resto. Pero también creo que hay de todo. Yo ahora me encontrado con gente muy buena y consagrada que está deseando ayudar.

La gaviota o los hijos de en el Teatro Quique San Francisco

La gaviota tenía mucho de cómo se relaciona la gente joven con la gente poderosa y sí que en ese caso yo intenté mostrar personajes muy oscuros. Siempre he querido ir muy deprisa, he sido muy ambicioso y he querido llegar muy rápido a todo. Ha habido cosas que no han pasado como yo quería y eso ha sido positivo. La gaviota es un cristal de lo que yo era, pero hay cosas un poco adolescentes, naturales, porque toda persona joven que crea las debe tener, pero… en realidad, cada vez confío más en el camino continuo y tranquilo.

Los procesos para ser artista hay que vivirlos.

Pablo Quijano.

Tengo entendido que la paciencia para ti es esencial o, al menos, supone un aprendizaje que sobre todo en estos creadores jóvenes debería estar más instalado. En tu corto Marinera de luces hay algunos momentos de silencio casi absoluto, de espera, me ha parecido que no tienes miedo a otorgar esos segundos más de quietud. ¿Es parte de esa paciencia tan necesaria?

Me gusta que me digas esto. En general, ahora todo es mejor cuando es más corto. A mí hay algo que me interesa mucho de la creación, que es meterme en la psicología del personaje. Esa fue mi manera de meterme en aquel momento en la psicología de Vera, del pueblo. Seguramente también tiene algo de declaración de intenciones. Dije “Es mi primer corto y voy a hacer lo que me dé la gana”. Luego tampoco fue tan así. Pregunté a mucha gente cuyo criterio me importa, aprendí que no hay que preguntar a tanta gente…

Esos silencios, para mí, alejaban el corto de la comedia y lo acercaban al drama, no quería hacer un mero retrato banal,  quería que se traspasara la incomodidad de ella al espectador… No me importó que algunas cosas desencajaran.

Tus primeras obras fueron con apenas 16 años, intuyo que con el grupo amateur de tu ciudad; ¿cómo era el Pablo de entonces artísticamente? ¿En qué se diferencia y en qué se parece al de hoy?

Fue un momento muy importante en mi vida, mi nacimiento como actor. Creo que conservo muchas cosas de ese chaval entusiasmado que pasaba horas en el salón de actos del instituto. Ahí descubrí mi vocación en el arte, pero tenía una idea que no era la realidad profesional de ser actor. Tenía esa idea amateur y de adolescente. Luego te das cuenta de que hay algo más que el momento en el que estás en el escenario o delante de la cámara, es la vida. En ese día a día no siempre estás. Hay cosas que tienes que hacer para alimentar al artista.

En aquel momento tenía mucho entusiasmo, creía mucho en mí, de manera muy inconsciente. Ahora, después de tiempo y trabajo, creo que estoy en el momento más ordenado de mi vida y de mi carrera. He aprendido abandonar aquellas cosas no profesionales y a abrazar las que eran buenas.

Hay muchos caminos distintos. Para mí la clave de este mundo es encontrar el tuyo propio, el que hace que tus valores, tu ideología, tus emociones, tus gustos… se ordenen y eso lo notas. Cuando dices era este.

A los jóvenes artistas: no os quejéis de que esto sea muy difícil porque nadie os dijo que fuera a ser fácil.

Isabel Coixet, recogiendo el Premio Nacional de Cine

En alguna entrevista hablaste de esas cosas que nos vienen dadas y no elegimos, algo que aparece en La gaviota o los hijos de y en Marinera de luces, por supuesto, ¿qué es lo que te viene dado a ti? ¿Cómo lo has aprovechado o utilizado en tu creación artística?

Esto es algo que me ha obsesionado durante esta primera etapa de mi carrera. Hay cosas que tú no eliges y no te queda otro remedio que aceptarlas, porque si te pasas peleándote con ellas mucho tiempo, fracasarás de manera vital. Estarás poniendo un freno a tu crecimiento.

Entre otras la familia, el lugar donde naces, ciertas imposiciones sociales y económicas. También la sexualidad. Cosas intrínsecas a ti como puede ser la homosexualidad. Para mí ha sido un tema muy recurrente en mi camino y en mi desarrollo, lo que me ha causado muchísima angustia y, por otro lado, muchísima inquietud de crear.

Cuando terminamos Marinera de luces y recogimos ese primer premio yo quise transmitir que hay heridas que uno no elige y le toca vivir. A mí una de esas heridas me había hecho crear Marinera. Cómo vive una persona que no tiene la posibilidad de vivir un primer amor por cualquier circunstancia, cualquier característica que te hace diferente a la masa.

Pablo Quijano recogiendo el primer premio del Festival Internacional de Cine de Medina del Campo

A mí me vino dado venir en un pueblo muy pequeño, en el que yo me sentía muy raro, todo el rato en el punto de mira. Encima, mi padre era el alcalde, yo en mi egolatría me sentía como la hija de Rocío Jurado. Ese choque de sentir que se me exigía ser normal me hizo hacer mucha terapia y pelearme mucho con todo lo que me venía impuesto. Esas circunstancias dadas han sido un motor de creación valiosísimo. Ahora quizá ya no primo tanto esa lucha con ellas, primo otras reflexiones. Esas cosas son las que son. Igual que creo que hay un momento en el que te tienes que reivindicar y levantarte, hay otro en el que tienes que abrazarlas.

¡¡¡Te estoy dando muchísimo la chapa!!!!

Yo le aseguro  que no, intento mirarle a los ojos y transmitirle todo lo que él me está transmitiendo a mí. Tal era la confianza que sentía que me atrevo, después de esta respuesta tan magnífica, a improvisar una pregunta que se me agolpó al instante. 

¿Cuánto hay de ti en Vera?

Hay mucho de mí en la creación del personaje, en su psicología, en sus circunstancias. Marinera de luces lo escribí pensando en mí; por eso era tan importante rodarlo en mi pueblo, fue una forma de reencontrarme con él. Fue muy guay, mucha gente apoyó, estuvo ahí, confió en mí.

Había un punto pueblerino con fantasía que a mí me encantaba. Yo le dije al equipo: “Esto es como un Euphoria de pueblo”. Quería dar esa visión de que hay cosas que cuando eres adolescente te importan más, es esa sensación de pertenecer a algo, de que te dé igual ser una “mujer florero”.

Era esa idea de que yo no viví un primer amor hasta que no vine a Madrid, eso marcó mucho y marca mi forma de relacionarme con los demás, con mis parejas sentimentales y sexuales. Estaba también el tema del cibersexo, que me interesaba muchísimo tratar. Es algo que he compartido con muchos amigos de provincia, de pueblo pequeño que teníamos una sexualidad disidente; era la única vía que teníamos para experimentar.

Eso puedes contarlo, eh, no me importa.

Nos reímos comentando la típica iconografía de los pueblos, las inquietudes adolescentes.

Algunos directores tienen un momento específico en el que nace ese deseo de contar historias; ¿en qué momento comienza el interés por la dirección?

Cuando tenía 20 o 21, comencé a emprender un proyecto, como actor, sí, pero lo empecé a emprenderlo yo. Rápido vi que mi carrera artística no se podía quedar solo en esperar a que me llamaran.

Un antes y un después en esto fue que leí la biografía de Nuria Espert, que me cambió la perspectiva que yo quería tener de mi carrera.

Después, comencé con la idea lejana de La gaviota, que en ningún momento quería escribir o dirigir yo. Todo lo quería emprender para trabajar como actor, tenía la energía para ello. En el último año de la escuela, nos fuimos a rodar el teaser de La gaviota a mi pueblo, ese fin de semana me descubrí a mí mismo como directo, con mucho estrés, pero con gran disfrute. Estuve una semana sin dormir, montándolo de una manera muy precaria… El mundo me estaba diciendo «por qué no empiezas a dirigir más».

Ahora me siento más cómodo invirtiendo toda la energía que tengo en dirigir y en escribir.

Actualmente te encuentras trabajando con Ernesto Caballero y Karina Garantivá, dos de tus maestros. ¿Cómo es trabajar con ellos, que te han enseñado tanto e imagino siguen haciéndolo día a día?

Estamos en un muy buen momento, cuentan mucho conmigo, yo los conozco muy bien y sé muy bien lo que necesitan. Trabajar de ayudante de dirección en teatro es algo muy enriquecedor, aprendes mucho, mano a mano. Es muy artístico. Esta relación de ahora es el resultado de muchos años, mucho trabajo. Ambos son muy reflexivos, con una parte intelectual muy desarrollada. Hacemos un teatro no complaciente. Me siento muy afortunado de haberles encontrado en mi camino.

Déjame decirte que el momento en el que Xoan canta Punto de Partida en Los hijos de es uno de aquellos que se quedan grabados para siempre. A raíz de esto, me gustaría hacerte dos preguntas:

¿Un momento que para ti haya quedado grabado para siempre?

Guau…

En teatro, hubo un momento que me cambió la perspectiva de muchas cosas, una obra de la brasileña Christiane Jatahy, una mezcla entre cine y teatro, que me inspiró muchísimo. Crearon una especie de comunión entre dos públicos de manera inconsciente, con una gran carga emocional, se me quedó grabado por completo.

En cine, creo que cualquier utilización de la música. En especial, creo que viene de las películas de Almodóvar o de Carlos Saura. La música siempre me ha acompañado. Es muy bonito crear pensando en la música.

¿Cuál es entonces el punto de partida de Pablo?

R. Estamos a punto de estrenar Rubio cobrizo, Marinera de luces sigue en algunos festivales todavía. Estamos terminando Yerma, preparando un nuevo proyecto teatral, escribiendo mi primer largometraje y también mi siguiente corto.

¡La verdad es que muchas cosas!

Estoy en un momento dulce creativamente.

Además de abrazar sus raíces, su pasado, su aprendizaje, me abraza también a mí. Creo, por su expresión facial, que no se siente ningún tipo de impostor. Se levanta apresurado para acudir a los ensayos de Yerma. Casi parece el final de una de sus creaciones. Pablo se bebe el último sorbo de café, seguro no tan dulce como su momento actual.

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